lunes, 16 de julio de 2012

El club de los hipertensos


Si estás trabajando sabrás que tus jefes tienen jefes y que esos mismos tienen otros jefes que a su vez tienen otros jefes más, que a la larga terminan siendo subalternos del poder, en esta cadena alimenticia que es la economía moderna.

Era temprano en la mañana cuando llegué a una cita médica en el barrio Villa Santos, en la puerta estaba el vigilante y detrás de ella estábamos quienes a esa hora no teníamos otra cosa que hacer sino ir al médico, creo yo. Entre los pacientes vi muchos ancianos y unas cuantas personas jóvenes acompañadas de niños. Nadie decía nada, éramos unos buenos pacientes, esperando en la puerta de la clínica la hora de la apertura, las 7:00 a.m.
Tal vez siete o cinco minutos antes de abrir escuché, a pesar de llevar audífonos puestos, una conversación entre dos ancianos que estaban a mi lado, uno con acento guajiro y otro con acento caribeño y aires de intelectual. Me llamó la atención el poder sus palabras, y con mis audífonos todavía puestos para que no supieran que era a ellos a quien en realidad estaba escuchando, como cuando uno usa gafas de sol para ocultar las miradas, le di REC a la grabadora de voz de mi celular.

- "¿El Club? eche, los Clubes son pa' jugar. Y que el Club de los Hipertensos!" dijo el caribeño y el guajiro rió y después de balbucear algunas palabras respondió: - "Yo creo que eso está bien, porque es que la gente más cobarde del mundo la tenemos aquí también. Suben, hacen todo y no hay una revolución. Ellos tienen un sólo cacique de por vida, así que pueden reclamar a cualquier hora, pero nosotros no, nosotros andamos como una culebra de siete cabezas".
El caribeño alcanzó a apuntar: - "En el Ecuador, las personas ya avanzadas, porque aquí le clavaron y que la tercerda edad, aquí no somos ningunos de la tercera edad, todavía somos seres humanos, y que deshechables..." pero el guajiro remató la conversación, le dio un giro y plantó en la banca de suplentes al público espectador diciendo: - "Lo que pasa es que hay dos clases de personajes, unos que no podemos trabajar, que no podemos hacer nada, y unos que pueden trabajar con ochenta y pico de años. Son unos sinvergüenzas, este es un país de sinvergüenzas, pero nosotros somos los que apoyamos eso: El día de la elección no hayamos por dónde meternos para ir a votar por los bandidos. ¡Estamos sosteniendo un sistema de bandidos! El pueblo histórico de este país se llama Camarones: No votaron un día por ninguno, hace como cuatro años. Aquí no hay votos y así se pararía el país, pero mire una cosa, como vai un presidente con cuatro millones de votos y decir que no hubo votos, si los votos son dieciocho, veinte millones de votos? No hubo votos, porque le ganó la minoría, la gente que no quizo votar ganó. Hay que hacer una nueva elección y sacar eso. No, con cuatro millones de votos ya es presidente de la República, es decir que no hubo votos".

Después de que ese par de viejos a quienes el tiempo juntó en el "Club de los hipertensos" terminaron de hablar, las puertas de la clínica se abrieron y estoy seguro de que todo el mundo se olvidó de la larga espera y del calor que hacía, todo seguiría cotidianamente. Y después de darme cuenta de que el guajiro mencionó tanto la palabra "Votos", me pregunto si las esposas de los bandidos por los que votamos en las elecciones pasadas no asistirán todas las tardes, a las hora del té, al "Club del Botox"...

domingo, 15 de julio de 2012

Entre almendros


Por Pina Moncada, en Cartagena de Indias, el 15 de julio de 2012.
Foto: Nana.

El sol no me dejó ver. El hombre ofreciendo camarón, el niño bañándose en pantalón, todavía no la amo, pero he aprendido a entenderla. Cartagena no será perfecta, pero sí es bella, como sus cielos y sus atardeceres decadentes, seguirán fascinándome hasta que se me caigan los dientes.


martes, 3 de julio de 2012

Gata blanca

La gata mantiene su vida paria
Envuelta en sal, como arroz blanquecino
Su amor es más fuerte que la malaria
Y despeja la sien de un campesino
 Despierta ilusiones si es sedentaria
Y quiere un loft en hotel clandestino...

Sabe amar al ser no correspondido
Y en un cartel leyó su nombre en griego
Para dar cuenta del amor perdido
Que tal vez es un humilde labriego
Buscando de su mitad el buen nido
Que le ha de transportar al sosiego.