jueves, 23 de febrero de 2012

Amor a 4 manos


En la ciudad en la que nací los novios andan de la mano por las calles y dentro de los centros comerciales, uno junto al otro van compartiendo el mismo espectro visual y las mismas gotas de sudor por todo su brazo en uso, desde el hombro hasta la punta del corazón, uno el izquierdo y el otro el derecho respectivamente, son como un cerebro. Cuando alguien les da la bienvenida a algún lugar ellos lo omiten; los novios son uno solo y en esa unión hay sonrisas y miradas de ternura, hay tropezones inintencionados, hay olores insoportables de ayer y rubor constante.
Los novios en el trópico hablan rápido, se agarran a golpes, juegan entre sí, pero nunca se dejan... Ellos vuelven a verse, después de cierto tiempo para recordar cuando se querían con más pasión. Ellos quieren volar, uno para cada lado, con las alas de la libertad que les fueron arrebatadas por el compromiso de estar anclados a la tierra por amar. Sólo aquél que amó a Dios, algo intangible, habita en lo más alto, más allá de las nubes y está observando todo lo que aquí sucede, donde los mortales somos más insoportables cada día.
En un mundo donde no hay tildes, mayúsculas, palabras en cursiva ni comas viviremos hasta que uno de la pareja decida separarse pues para que haya coherencia en un texto debe haber unidad de pensamiento, cosa imposible cuando son 4 las manos con las que se escribe la historia.

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