sábado, 18 de febrero de 2012

Resumen de un día caótico en la ciudad de La Paz

El arte de comprar no lo conocen los habitantes locales, los que se pasean por los establecimientos comerciales el fin de semana y logran desestabilizar a cualquiera con sus ocurrencias. El trabajo de las personas debe ser respetado y por ende sus horarios; cuando apagan la música, cierran las puertas y los trabajadores caminan más rápido (como los caballos), es cuando los compradores deben saber comportarse y evacuar lo antes posible, de lo contrario sería como quedarse en un bar después de la hora del cierre. Existen personas que abusan, sobre todo las señoras entre los treintas y los cincuentas que se creen con más derechos que los demás. Las señales físicas para reconocerlas varían, entre ojos rasgados de infelicidad, voz gruesa, labios finos y alargados hacia atrás, entreceja arrugada por naturaleza, movimientos circulares en su andar y evasión constante de la mirada. Para mí tienen un halo de pesadez en el alma que se limpia con un baño de mar, pero quién las lleva si andan todo el día buscando víctimas que allá no encontrarán.
Yo les canto: ¡Desenchúfate, chúfate, vete a descansar! y ¡Huepaje!

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