lunes, 9 de enero de 2012

La tierra de Chipre tiene otro sabor


Vamos a la playa, para bañarnos en el mar y cantar sobre las olas que nos hundirán antes de que saquemos la cabeza a flote. Cuando las sirenas nos escuchen responderán con bellas melodías que brotarán del agua en forma de una Afrodita a quien los pájaros marinos recogerán con sus picos y zurcando el cielo traerán a las puertas de mi jardín occidental. Esto lo hago porque te quiero a mi lado, adornada con tus vestidos de flores para alegrarme las mañanas con tu dulzura y la de tus huesos de leche.
Lírica sonriente, que antes de nacer fuiste boca de homínido, no sabías expresarte en llanto ni en rima; sacaste de tus adentros aquéllo con la fuerza de un parto y motivaste a alguno de tus descendientes a expresarlo en forma de letra.

Soneto para la gata Pelusa

Once son las sílabas de mi canción
Que dicen todo de ti entre dientes,
Tus silencios me dicen que me mientes
Y tus palabras me llenan de ilusión.

Decidiste partir, fue tu desición,
De crecer tienes deseos fervientes,
Vives sin madre, como las serpientes
Andas escapando de tu perdición.

Me dejaste solo desde aquel día
Que la luna llena mordió tus ojos,
Partiste lejos de la tierra mía,

Dejando mi sudor y mis despojos
Sin decir si más tarde volverías
Para evitarme sentir enojos.

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